
Dios ilumine y guía a Clara López en su misión, que no será nada fácil; cuando estamos ad portas de lograr con las FARC, ¡y ojalá con el ELN y otros grupos al margen de la ley!, unos pactos que nos representen un avance sustancial en el anhelo de poder vivir y morir en paz; paz que, desde luego, sabemos que no debe consistir apenas en el silenciamiento de los fusiles; sino, en garantizar de modo efectivo para todos unas condiciones de vida dignas, enmarcadas en la esquiva justicia social. Obvio, no desaprovecho la ocasión para una vez más convocar a unos sectores del Polo Democrático que han salido lanza en ristre contra Clara por haber aceptado el ministerio, a que, por favor, se desprendan de aquellas conductas que dan para calificarlos como carentes de sensatez y, sobre todo, de no comprender (o no querer aceptar) que aquí no se trata de andar esculcando y pregonando sin fundamentos la existencia de la tal "mermelada", que ya sabe a cacho. ¡No!, la cosa hay que mirarla es como el compromiso de unos y otros en el sentido de contribuir a sembrar las flores de paz que requiere una Colombia que ha permanecido en guerra (por diferentes razones) desde cuando nació como territorio; porque, ciertamente, la violencia no tuvo génesis con el surgimiento de las guerrillas. Ella empezó desde las épocas de la Conquista y de la Colonia. Convencido hasta los tuétanos estoy de que Clara López, respaldada por los atributos habidos en ella, cumplirá de manera exitosa la nada pan comido misión que le aguarda en el Ministerio del Trabajo; y no afanosa de "mermelada", ni de por ésta fortalecerse políticamente, como han pensado las alas del Polo Democrático que la han acorralado hasta el punto de querer llevarla al paredón; ni de otros intereses exclusivamente personales, sino pensando con criterio patriótico; con sus mente y alma centradas en seguir contribuyendo desde el ministerio a plantar y propalar la filosofía de la paz, el ideario del Ubuntu.
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