
En efecto, y no titubea el sicario político aquel en amenazar a quien no se presta para su campaña política en actos oficiales del Gobierno (él lo hace sí en su ámbito cuando disfraza sus correrías políticas con el ejercicio de comisiones oficiales que hartos viáticos pagados por el pueblo le han representado amén de los réditos políticos, cuando no deja de haber pendejos que le comen cuento y desde ya le anuncian respaldo; y él feliz, desde luego; y mucho más cuando le dicen, rodillas en tierra como hacen con el patrón mayor (el Uribe ese): "Le tenemos aseguradas unas catangadas de votos para el 2018; porque Colombia necesita otro Uribe que ahora sí refunde la patria, no a punta de motosierras en esta nueva etapa; sino, zampando en hogueras a quienes no comulguen con nuestra secta. Eso sí, es evidente que de llegar usted a la presidencia a la postre será nuestro glorioso Uribe quien gobierne en cuerpo ajeno, en el suyo".
¡Se vive, se siente, Uribe no más presidente!
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