
No hay duda, buena historia novelada de la vida real; y que, lastimosamente, hoy en día sigue vigente presentándose con la complicidad del Estado que debería evitar que así suceda. Como también es buena historia para tenerla en cuenta en los tiempos que corren, en cuanto a que al pueblo no le queda más sino rebelarse cuando cosas como las contadas por Soto Aparicio se consumen, cuando el pueblo de cualquier modo sea mancillado por propios y foráneos. Esa es la consigna para corear estruendosamente, ese es el imperativo categórico para cumplirse; o, de lo contrario, seguiremos sumergidos en lo más insondable del guaico. Me atrevo a considerar que La rebelión de las ratas también fue como una premonición del autor (aunque no por esto quiero decir que lo aludido no se diera antes), en cuanto a que un día en Colombia habría una rebelión de personas (ratas pues) que dirían: "¡Basta ya!, es tiempo de que aquel queso que dejan bajo nuestro cuidado, u otro cualquiera, nos lo comamos íntegro; y no le hace que nos llamen uñilargos, ladrones, rateros, corruptos... ¡No!, vamos es con todo por los erarios de los pueblos; e igual en los sectores privados, sobre todo en los que de una u otra manera manejan recursos o intereses públicos, pues se trata es de joder al pueblo a como dé lugar. Más que rebelión, lo nuestro será la revolución de la corruptiña, denlo por hecho...".
¿Será que me contagié de Soto Aparicio y estoy actuando con la facultad imaginativa de un novelista?, no creo; y si en efecto lo hago, no es más que recurrir al realismo mágico de Gabo, del mismo Fernando Soto y más plumas que cultivan dicho estilo literario. ¿O es que, acaso, duda alguien de que en Colombia los corruptos andan rebelados; entendiendo el "rebelarse" como sinónimo de "desaforarse, desastrarse o hacer algo desenfrenadamente"; y, además, porque luego de ser cogidos hasta con las manos en el queso del que se han apropiado indebidamente gritan y vociferan que son inocentes, y porque se rebelan no dudan no pocos en salir huyéndole a la Justicia, osando argumentar cínicamente que no son más que unos "buenos muchachos sujetos pasivos de persecución política", que "todo es montaje", que "todo obedece a infamias y calumnias", conducta muy de ritual en integrantes de la secta uribista, azuzados y protegidos a capa y espada por su pastor?... Paz en la tumba del glorioso Fernando Soto Aparicio, a quien le recuerdo que las ratas colombianas siguen haciendo de las suyas; al tiempo que de hinojos le suplico hablar con Dios allá arriba e instarlo a que meta orden en la casa, y a que no tenga contemplación con aquellos endriagos cuando les mande sus tiquetes de regreso para encontrarse con Él cara a cara; esperándose que no titubee para después de los juicios enviarlos a donde se halla quien inspira sus actuaciones; ¡umjú, al Báratro mismo!, pues en dicho luciferal paraje se dio su génesis, nadie lo dude.
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