
¡Chichipato usted, que siendo pobre es agiotista por haberse convertido en pudiente de la noche a la mañana, si lo arriba señalado no lo hizo! Como tampoco me salga con el cuento chimbito (¡uy, la chimbita pues!) de que no contó con qué mandarle a esculpir en oro un busto al menos al H. P. concejal o concejala de su predilección como muestra de gratitud por todo lo que ha contribuido a recuperar a Bogotá para las ratas de adentro y de afuera (por que los foráneos nunca han dejado de venir por sus tajadas cuando pujan en las subastas de privatizaciones, aunque sea Colombia el único país donde se hacen subastas de un único proponente, ¡remember Isagén!). Mejor dicho, para no alargar el asunto, si usted el 24 de mayo no botó las puertas por la ventana para agasajar a nuestros H. P. concejales de Bogotá que lo entregan todo por ésta en procura de transformarla en la gloriosa Bogotá Inhumana, pues déjeme decirle sin tapujos que usted sí es un (o una) H. P. (Honorable Patriota) que no traga entero, que no es masoquista, que sabe quiénes son los enemigos (el 666) de Bogotá; que comprende que, sin vuelta de hoja, no queda más que buscar la manera pronta y efectiva de decirles ¡chao! a los H. P. (Honorables Pecuecas) que si en verdad quieren a Bogotá es porque quieren verla en el caos, en la auténtica hecatombe de la que hablara un día Uribe Vélez (el patrón imprescindible, de una u otra manera, de todos aquellos ogros, endriagos mismos). ¡Un Feliz Día y gloria para ustedes, H. P. concejales de Bogotá que son coherentes con la ideología del Capitalismo Salvaje! Bueno, en honor a la ecuanimidad debo manifestar que las felicitaciones y homenajes son para todos los demás concejales de Colombia que proceden de la misma forma como lo hacen los H. P. concejales comepueblo de Bogotá.
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