
Rompolón: "¿Sabe qué, señor Uribe?, de usted nada quiero saber".
Uribe: "¿Eso cómo por qué, don Rompolón?".
Rompolón: "Porque no la voy con alguien violador como usted, y no entiendo cómo es que todavía no lo han metido a la guandoca".
Uribe: "¡Infamia, calumnia!, no he violado a nadie, ¿de dónde saca usted ese corrinche?".
Rompolón: "Puede ser que no haya violado a alguien, aunque uno no sabe si de pronto lo ha hecho; pero, normas sí es lo que ha violado y lo sigue haciendo como si nada, porque a usted el efecto teflón le ha funcionado a las mil maravillas; no obstante, no esté tan seguro de no caer un día para que pague por todas sus fechorías; siendo tantas que todo el papel del Mundo no alcanza para registrar su abultado prontuario, ni siquiera la mitad".
Uribe: "¡Óiganlo!, dizque he violado normas, ¡nunca!".
Rompolón: "¡Mírenlo ve!, ¡so cínico!, ¡so boquipompo! No me alcanzaría el tiempo para recordarle cuántas y cuáles normas ha violado a lo largo de su existencia; mas, en lo que hago énfasis es en la violación que usted y otros románticos enamorados de la guerra hacen del artículo 22 de la Constitución Política de Colombia, que dice que 'la paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento'; ¿o no conocen esa disposición?, ¿o no es violarla cuando no se cumple el deber de trabajar por la paz y construirla para que podamos tener unas relaciones armónicas con respeto mutuo entre las personas, aun en medio de las diferencias que tengamos por diferentes circunstancias; paz para que haya más posibilidades de un país con desarrollo social y bienestar para todos? Eso, pues, los convierte a usted, y a otros que les siguen sus endemoniadas andanzas, en violadores; por lo que, repito, deberían estar en la chibunga".
Uribe: "Rompolón, no es que yo esté en contra de la paz, sino que pido que se haga sin impunidad para las FAR y otros guerrilleros; pues, ellos deben pagar por sus crímenes".
Rompolón: "Cierto, deben pagar; pero déjeme decirle una cosa, ¿entonces usted también por fín se desmovilizará, confesará sus crímenes y pagará cana como los de la guerrilla?".
Uribe: "¿Pero cómo que desmovilizarme, de qué?, ¿confesar qué?, ¿pagar por qué? No he sido sino un hombre que harto le ha servido a la patria, hasta el punto de que quise refundarla pero no me alcanzaron los apenas ocho añitos encaramado en la Casa de Nari; con el propósito de librar a Colombia de la barbarie de los terroristas de la guerrilla, entre otros terroristas disfrazados de civil. No eche en saco roto que no en vano ya quedé registrado en la Historia como el Gran Colombiano, elegido como tal por todo el pueblo. Por otra parte, quédele claro que a mí podrán demandarme, investigarme y hasta enjuiciarme y condenarme por algo como parte de la persecución política con la que me han acorralado; aun así, incarcelable soy; pues, ni crean que me habrán de echar el guante para meterme a la cárcel como injustamente lo hicieron con mi inocente hermano Santiago; aunque él exactamente no está en una prisión, sino bien protegido en una guarnición militar; es decir, se halla entre muchos de los nuestros...".
Rompolón: "Patrón Uribe (pero sepa que patrón mío no es), mejor es que mochemos aquí la conversa; porque definitivamente usted no deja de ser boquipompo, negando siempre lo innegable. Lo último que le digo es que usted puede sí darle melo a los tribunales de la Tierra, pero del que preside Dios no se escapa cuando le llegue la hora; por más que usted diga que es el mismo Dios y que por eso es inmortal. Otra cosa, hágame el favor y me saca de su embeleco de que todos los colombianos lo eligieron como el Gran Colombiano, pues no tuve arte ni parte en semejante disparate. ¡Chao pues, don Violo!".
Uribe: "¡Espere le digo lo último! Cuando digo que incarcelable soy es porque nadie piense que en caso de que emitan una orden de captura en mi contra, no lo sabré; pues, he demostrado con creces que todo lo sé, bien dateado me mantienen. Claro, lo que no sé son aquellas cosas de las que calumniosamente me acusan. Entonces, enterado de aquello, que dudo que algún día pase, abordaré un vuelo de mi empresa AEROFUGA; rumbo a Estados Unidos, país éste que generosamente ha acogido con los brazos abiertos a muchos de mis buenos muchachos; que han tenido que salir de Colombia debido a la persecución política, desatada por organismos judiciales que les hacen el juego a las FAR y a otros de nuestros contradictores. Con los crespos hechos se quedarán, entonces, los que pretendan verme detrás de unos barrotes, ni al menos en un batallón. ¡Chao, don Rompolón! ¡Cuídese, mijito!, ande bien para que no corra peligro en la calle, camine siempre por la Derecha. Finalmente, le advierto que si usted me vuelve a decir 'don Violo', le rompo la cara, ¡so marica!".
Razón por completo le atribuyo a mi compadre Rompolón, en todas las cosas de la tabla que le cantó al Uribe ese; y no deja de ser cierto que deberían estar en la cárcel aquellos individuos que no cumplen la obligación de trabajar por la paz de Colombia. Es que las normas son para acatarlas, no para violarlas; pero bueno, en este país es parte de nuestra idiosincrasia el pasarse las normas por la faja.
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