¡Protesta, pueblo, protesta!

En la Colombia donde el Estado y gran parte de la sociedad categorizan secuestros, homicidios y otras calamidades personales, la dinámica de protestar mediante paros cívicos u otras movilizaciones sociales siempre será necesaria ponerla en marcha; porque protestar es un derecho inalienable, como igual es un deber cuando los intereses del pueblo son conculcados por el Estado o por quien sea que lo haga. No hay de otra. Entonces, resulta que surgen aquellas protestas para inicialmente reclamar del Estado la atención de problemas o necesidades. Claro, aparecen unos compromisos plasmados en el papel. Pero después, como es de ritual que los mismos no se cumplan, pues no queda más que retornar a las acciones contestatarias para exigir el cumplimiento de lo pactado. Es por eso que siempre insisto en que las protestas populares deben ser contundentes en el tiempo, de manera que las mismas no se asuman por terminadas nomás cuando se suscriban unos acuerdos o compromisos de la contraparte; sino, cuando en efecto halla evidencias de cumplimiento inmediato de algunas cosas, y de puesta en marcha efectiva de acciones para concretar lo que requiera cierto tiempo racional para ejecutarse; pues, de no ser así todo se queda en el usual carameleo estatal, que es precisamente lo que hace que haya que salir nuevamente a protestar, al saberse que al pueblo o sector que ha protestado se le ha hecho ¡mamola! Cuando no protestamos por cualquier atropello en contra nuestra es como besarles las patas a los opresores, al tiempo que aquella conducta masoquista implica darles más alas a ellos para que continúen dándonos garrote o preñándonos de ignominias de cualquier manera. De modo que, ¡protesta, pueblo, protesta! Claro está, siempre procurando hacerlo sin salirnos del cauce de lo pacífico. Protestas en paz no significa dejar de imprimirles la contundencia requerida para poder lograr interés de la contraparte en dialogar, negociar, comprometerse y cumplir lo pactado. Repito, nada de permitir que el Gobierno nomás aplique su estrategia de apagar incendios, cosa que hace cuando negocia y se compromete con algo para que se levanten las protestas y luego hacer conejo.