
1. La tusa o guayabo de Uribe al saber que no será él quien quede registrado en la Historia como el presidente que pudo hacer la paz con las FARC, y eventualmente con el ELN y otros grupos al margen de la ley vigentes; y también pensará Uribe en que puede ser Santos, no él, quien sea galardonado con el Premio Nobel de Paz. 2. El afán de generar terror en la población, con el cuento chimbo de que "una vez las FARC (la guerrilla en general) se reincorporen a la vida civil entonces Colombia quedará en manos del comunismo impulsado desde Cuba, Venezuela, Nicaragua, Ecuador, Bolivia...), representando aquello la debacle para nuestro país que será gobernado por terroristas vestidos de civil, dispuestos a no dejar piedra sobre piedra entre quienes no los acoliten". 3. La coherencia de un Uribe y otros mensajeros de la Ultraderecha que, reitero, son unos románticos enamorados de la barbarie; de la guerra que durante no poco tiempo los ha amamantado en lo político, en lo económico y de más maneras. Pendejos, pues, no son como para dejar sin mover sus tentáculos que les saquen aquella teta de sus puercos hocicos. Eso es, en esencia, lo que genera la persistente prédica del tal golpe (golpes) de Estado que hacen Uribe y su bestial pandilla de la Ultraderecha. Con su cinismo de ritual, Uribe continúa atribuyéndoles a otros cosas que ha hecho él; como si olvidara, por ejemplo, que golpe de Estado fue lo que hizo él contra el Diablo tradicional conocido por la Humanidad...
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