
Puedo equivocarme, pero cuando a ella (que por segunda ocasión aspira a gobernar al Perú) la he mirado en la televisión y en imágenes, advierto en sus ojos con rasgos japoneses un brillo idéntico al que refleja la maldad en extremo. Las miradas suelen hablar de la personalidad de alguien. ¿No han visto, acaso, las del expresidente colombiano Uribe Vélez, Donald Trump, entre otros personajes tenebrosos?... Entonces, hago preces en aras de que Perú no retorne a los tiempos de la barbarie fujimorista combinada con la escandalosa inmoralidad administrativa. Dios ilumine a los peruanos para que puedan sufragar bien, y no creo que hacerlo bien sea premiar a Fujimori eligiendo a su hija como presidenta. Ojalá, pues, la sombra de aquel carnicero una vez más le impida a su retoño llegar al Poder.
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