
Habrá que manifestar siempre que un acuerdo de paz con las FARC (y eventualmente con el ELN, con otros grupos guerrilleros y con otros al margen de la ley) no implica que ya Colombia nadará en los ríos y mares de la paz absoluta; no obstante, lograr aquello equivale a bajarnos un gran peso del piano de la maldita violencia; habiendo que, entonces, seguir luchando contra esas otras organizaciones criminales que generan violencia. ¡Pero mucho ojo!, celebremos sin dejar de tener en cuenta que los del campo contrario pretenderán a toda costa dañarnos la fiesta por el triunfo de la paz; y ni cortos ni perezosos a lo mejor demandarán argumentando que les ganamos con trampas (cuando los tramposos son ellos). Pese a que somos más no los subestimemos, pues ellos son muy peligrosos, cometen muchas faltas, se pasan de mañosos, capaces son de lo peor con tal de ser ellos los favorecidos con la Copa de la Violencia. Hay que neutralizarlos respirándoles en sus pescuezos, no dándoles ni un centímetro de ventaja, haciéndoles doblajes en la marcación, porque la consigna es no permitirles que se metan en nuestra zona de paz.
Colombia por la paz 5, Uribe y su pandilla por la guerra 0. ¡Goleada!
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