
Reconozco que Uribe dijo la verdad en gran parte con aquella frase; como quiera que realmente la paz en Colombia viene herida hace mucho tiempo, centurias atrás; desde la Conquista y la Colonia, ciertamente. Cómo sería de placentero que Uribe un día dijera (¡imposible, ni más faltaba!) que ha sido él gran culpable de aquella situación; participando dinámicamente en eso desde cuando en Medellín y en otros lares andaba de pipí cogido con su patrón Pablo Escobar; andanzas que dieron lugar a que cuando él ejercía como alcalde de Medellín el presidente Belisario Betancur lo destituyera precisamente por su compinchería con Escobar y otros malandros. De ahí en adelante ni se diga cómo Uribe ha sido artífice intelectual y material de las heridas causadas a la paz, lo cual a estas alturas no es necesario mencionarlo porque hasta quienes no han nacido lo saben. Claro quede que la paz resulta herida no apenas con armas, con violencia; pues, también la corrupción enquistada en las mente y alma de Uribe y su pandilla es una manifestación de violencia contra el pueblo.
Pero, en verdad la herida hoy en día es la violencia abrazada por Uribe y más seres barbáricos amantes de las escabechinas; porque cada día ellos van sabiendo con certitud que somos la gran mayoría de colombianos los que le jalamos a la paz, a la reconciliación (incluso con ellos mismos como agentes de Satanás), y entonces sienten que se van quedando solos o pocos en su maquiavélica cruzada en procura de mantener y profundizar el statu quo de la violencia que harto los desvela y los embejuca por pasársela escudriñando cómo seguir sembrándola a lo largo y ancho del territorio colombiano. Cómo, pues, me gustaría que lo que quiso decir Uribe (haciéndole eco las marionetas que no dudan en arrodillarse ante sus patas) fue "nuestra violencia anda herida". Pero, esa ilusión no me la hago ni siquiera en sueño con Uribe y el conjunto de la caterva de antipatriotas y antropófagos.
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