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Cuando Dios nos cantó la tabla

Comienzo necesariamente precisando que nunca pongo en entredicho la existencia de Dios, como tampoco dejo de creer ciegamente en su generosidad, pues harto que la he recibido. Pero, últimamente cuando me pongo a cavilar en torno de los múltiples males que a la Humanidad la mantienen acorralada por cuenta de acciones de los mismos entes humanos, habiendo otras cosas calamitosas que se producen por circunstancias naturales (catástrofes impredecibles y otras sí), entonces me da por considerar lo siguiente: Dios no interviene en procura de conjurar muchos de aquellos males (sobre todo los que implican culpas humanas) porque Él claramente ha dicho y dice: "Señoras y señores, cumplí con darles vida, y al mismo tiempo les entregué en sus manos mi Ley con unos mandatos precisos, escritos en lenguaje comprensible para todos; entonces, ¡juéguensela!, defiéndanse ustedes mismos. Sí, ustedes mismos que a la postre son los que definen sus destinos, no yo. Hagan lo que se les antoje. Claro, pueden buscar mi ayuda, pero yo determinaré si se las doy o no. Eso sí, aténganse a las consecuencias de sus actos cuando sea la hora de hallarse ante mí cuando les mande sus tiquetes de regreso. De modo que yo, Juez Supremo, decidiré cuál habrá de ser vuestro destino".

Otra cosa que Dios nos dice es: "Sé que muchos manifiestan que el Diablo me está ganando la guerra, y hasta risa es que me da, ¡ja, ja!, por Dios que sí. Él jamás me ganará, eso denlo por seguro; y no lo hará ni siquiera porque muchos de ustedes, en lugar de ayudarme a ponerlo en su puesto (no siendo porque solo yo no pueda hacerlo), lo que hacen es correr presurosos a sus brazos, aferrándose a todo su pestilente azufrado cuerpo. Bueno, y si tanto le comen cuento a don Satanás, entonces mejor deberían pedirle siempre a él, no a este pecho que jamás se comerán los gusanos. Muchachos, sepan que pese a que ustedes harto me han cagado la vara desacatando mis preceptos, todavía sigo mostrándoles confianza; creyendo que corregirán sus pasos torcidos, y en esa medida pues aquello lo tendré en cuenta. ¡Manéjense bien!, y verán que conmigo la pasan rechimba, ¡yo veré pues!". Nadie lo dude, Dios nos cantó la tabla, ¡y de qué manera!

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