¿Qué pasó con el "paraíso" San Andrés?

Me resulta bastante complejo dar por cierto el hecho de que San Andrés Islas esté padeciendo en los tiempos que corren un calvario por culpa de la carencia de agua potable. Bueno, como también asumiría como broma que se llegue a manifestar que allá mis hermanos están pasando por otras penalidades... ¡Cómo creerlo, mi gente!, si cuando perdimos una no despreciable porción de territorio marítimo el Gobierno de Santos, en 2012, anunció con bombos y platillos que para compensar dicho descalabro a San Andrés le llegarían obras hasta para tirar a la tiña. Entonces, desde tal momento me hice la idea de que hoy San Andrés era el mismo paraíso; por aquello de no tener su gente por qué poner un grito en el Cielo al no dolerle ni una muela. Preciso que paraíso sí es por cuenta del primor de su naturaleza y por sus almas de carne y hueso. No obstante, hoy me encuentro con que la situación es otra, la patente: San Andrés, como los demás pueblos de la Etnia Negra de la Colombia racista, segregacionista, continúa sumergido en el precipicio de no pocas calamidades sociales; lo cual refleja que en el instante de la debacle por el fallo de la Corte Internacional de Justicia no hubo más que cantos de sirena hacia los raizales; engañifas, pantomimas, embustes de cabo a rabo. Cómo olvidar la romería de personajes de la farándula politiquera, incluso el mismo día del fallo (¡claro!, ahí estuvieron el culebrero Uribe Vélez y muchos más de la caterva neoliberal ultraderechista), pregonando "somos San Andrés, y lo daremos todo por esta querida tierra...". ¡Mírenlos ve!, unos malabaristas engatusadores nomás son ellos, ¡aprovechados!

Frente a lo acontecido les expreso mi solidaridad a mis ekobios sanandresanos por la deplorable situación de marras, al tiempo que los exhorto a seguir demostrando su ancestral pujanza contestataria; pues, el palo no está para cuchara, sino para la rebeldía popular; porque ni crean pues que el Gobierno les cumplirá por las buenas su sartal de promesas, de meras entelequias... No podría culminar sin reiterar ¡cuánto me arde! saber que cuando a San Andrés llegaron esos embusteros a prometerles hasta la vida perpetua, no faltaron algunos nativos que los recibieron con alfombra roja que iba desde el avión que los transportó hasta donde se hospedaron aquellos dos caras, ¡hipócritas hasta los tuétanos! Desde luego, esto lo manifiesto respetando por completo el derecho que cada quien tiene de abrazar a su antojo creencias ideológicas de cualquier naturaleza. Pero, ¡barajo!, el masoquismo no debe traspasar las fronteras de lo 'racionalmente soportable'. En efecto, también mis aplausos los dirijo hacia quienes procedieron y lo siguen haciendo en dirección contraria; cantándoles la tabla en sus propias caras peladas a los verdugos, no tragando entero, ¡como debe ser en todo instante cuando hay ignominias contra el pueblo!

Bogotá, D. C., abril 18 de 2016.