No es que a uno le guste quejarse, pero el orden en un pueblo o ciudad debe ser liderado por las autoridades legalmente constituidas, debiendo ofrecer plenas garantías para una sana convivencia. Le corresponde a la comunidad acatar los lineamientos de respeto y orden, así como el pago oportuno de los impuestos, tasas, contribuciones y multas; como manera de proporcionar los recursos necesarios para gastos de funcionamiento tanto del ente territorial como de las empresas industriales y comerciales del Estado. Sólo basta que haya orden y justicia social.
Pero, cuando la administración y sus colaboradores desconocen el rol que les toca jugar, reina el caos, el desorden y la incertidumbre, todo anda manga por hombro y no se observa capitán para el barco; por lo que se navega a la deriva sin saber si llegar a puerto seguro o caer al precipicio. En todo municipio organizado se garantizan buenos servicios públicos; y cuando se observan inconvenientes para su oportuna función, de inmediato se activan alternativas de solución a efecto de evitar incomodidades a la población.
En el Municipio de Quibdó se presentan las falencias y nadie busca planes alternativos de solución, y mucho menos se toman la molestia de informar a los usuarios sobre las fallas del servicio: Se presentan largos cortes de energía y acueducto, dejan de recolectar los desechos sólidos, no funcionan los semáforos, las oficinas y muchas otras situaciones problemáticas, sin que la comunidad obtenga justificación alguna por las molestias presentadas. Como si fuera poco, parece ser que tampoco existen autoridades de control que salgan en defensa de los habitantes de esta Villa de Asís; así como en los servicios que son remunerados tampoco se observa descuento de lo no prestado, haciendo apología al delito de peculado al cobrar un servicio no entregado.
Da la impresión de que para las empresas prestadoras de servicios públicos el paro armado del Clan Úsuga no ha cesado, pues luego de ser oficialmente levantado se vienen presentando cortes continuos de energía y acueducto, y el servicio de recolección de basuras no ha vuelto a funcionar, con la consabida consecuencia de invasión de basuras en el centro y barrios de la población con proliferación de mosquitos, roedores y perros callejeros haciendo de las suyas, resultando la pestilencia del ambiente. ¿Hasta cuándo tendrá este sufrido y abandonado pueblo que padecer las consecuencias de la inoperancia de sus gobernantes?...
Ricardo Mena Mena
No comments:
Post a Comment