
1. Me alegra por él, porque lo merece con creces siendo una persona con una mente brillante; y porque ha demostrado ser dueño de un compromiso profundo y acerado en torno de nuestra Etnia Negra de Colombia y del Mundo. Sin duda, hoy en día también posee un acervo de experiencia en lo público que seguramente le ayudará a llevar el barco a su cargo a buen puerto. Dios bendiga e ilumine el accionar de un Luis Gilberto carismático, visionario; un hombre que, sin duda, hace parte de la intelligentsia chocoana y colombiana; y esto lo digo porque proliferan las personas talentosas, pero resulta que de nada vale tal si esa potencialidad no la ponen al servicio de sus pueblos, de su gente; sino, meramente de sus mezquinos intereses personales.
2. Me alegra porque el nombramiento de Luis Gilberto refleja un avance inusitado en el anhelo justo de construir poderazgo por lo alto para nuestra Ebanolia colombiana. Poder que, no sobra precisarlo, siempre debe ser para servir, para sumar, no para lo contrario; como, del mismo modo, para afianzar liderazgos y no apenas caudillismos. Poder para ejercerlo con inspiración en el Ubuntu, que nos enseña en esencia el comunitarismo, la solidaridad, la tolerancia, el respeto, el amor, la reconciliación...
3. Me alegra porque el acontecimiento de marras (sumado a la actual presencia de tres mujeres negras en viceministerios, con méritos suficientes para estar allí, y a quienes también les deseo muchos éxitos) es repetirles un mensaje a no poca gente racista: Los negros tenemos con qué, y con quiénes. Otra cosa es que a lo largo de centurias nos hayan invisibilizado y segregado precisamente por cuenta de la doctrina racista. Siempre hemos estado aquí, y alrededor de todo el Orbe; siendo distinto que unos no quieran mirarnos, ni reconocernos profusos aportes hechos a la Humanidad; la misma que, no se pase por alto, tuvo su génesis en el continente africano; desde donde el homo sapiens migró difundiendo sus conocimientos (aunque inicialmente rudimentarios y que con el tiempo fueron perfeccionando otros hombres) por muchos parajes de la Tierra.
Con respecto a lo anterior, en especial en lo de Luis Gilberto (aludido en el primer punto a continuación), expongo cuatro ruegos:
a. Que los chocoanos contradictores de Luis Gilberto no se vayan a poner a seguir en la sucia tarea de darle garrote buscando, como en los casos de las dos ocasiones cuando él ganó la Gobernación del Chocó, dañarle la 'fiesta'; aunque realmente hoy no veo claro cómo podrían hacerlo. Fiesta, digo, que no solamente es para disfrutarla él, sino toda nuestra Ebanolia de Colombia; por lo que representa que el Estado colombiano, sea con honestidad o por meras presiones foráneas o internas, nos mire de frente y nos entregue ciertos poderes; como, además, por las posibilidades para desde aquellos impulsar obras que sirvan para que avancemos en la perspectiva del desarrollo de nuestros pueblos. Prescíndase, pues, de las mezquindades por razón de unas banderas partidistas, o por cualquier otra circunstancia.
b. Que (en gran medida relacionado esto con lo anterior) no se dilapiden esfuerzos valiosos en querer desenvainar el divisionista regionalismo con eso de que "todo nomás para los chocoanos, o para los vallecaucanos... Como su los demás negros no tuviéramos derecho a tener quienes nos representen". Cierto, la cosa no es de pretender acaparar oportunidades; pero, tampoco es de creer que si, por ejemplo, habrá un ministro de origen chocoano éste únicamente velará por los intereses del Chocó. Seguro estoy de que así no será, sino ministro para Colombia; donde, obvio, uno espera que no deje de cargarle la mano a nuestros pueblos que más padecen la indiferencia del Estado.
c. Que no negros ni mestizos, o 'blancos', ahora salgan con ese para mí chocante "los negros, definitivamente, están de moda en Colombia; pues, tienen Señorita Colombia, viceministras y ahora ministro". Es que, ya he dicho mucho antes, cuando un 'blanco' manifiesta eso es como recordándonos que siempre hemos estado al garete por el desdén estatal, y que tenemos que aguardar un golpe de gracia o un acto de conmiseración para poder lograr algunas cosas vistosas; al tiempo que eso implica subestimarnos, fuera de discriminarnos por el ébano de nuestro tegumento. Cuando somos los negros que salimos con ese "los negros estamos de moda", pues también en gran medida nos menospreciamos nosotros mismos, contribuyendo a hacerles el juego sucio a nuestros opresores perpetuos.
d. Que no digamos, aun habiendo motivos para decirlo, que nos han entregado unos puestos desde donde poco es lo que se puede hacer por nuestros pueblos; como quiera que, sin duda, desde aquellos sí es posible direccionar obras importantes. Es cosa de mirar bien las funciones de los viceministerios y el ministerio que hoy tenemos. No sea, pues, apenas dinámica de considerar que "del ahogado, aunque el sombrero".
En punto final manifiesto que lo del empoderamiento de nuestra Ebanolia me preña de regocijo, porque es una manera de proseguir haciendo escuela unos líderes nuestros; y eso es lo que en algún instante (caminando agarrados de las manos, con disciplinas personales y organizativas o colectivas) podrá permitirnos, ¡amalaya!, estructurar un proyecto para que un día en la Historia de Colombia se plasme que hubo un negro, o más, gobernando a Colombia luego de haberlo conseguido en las urnas.
No comments:
Post a Comment