
Bueno, sin más rodeos les desembucho lo que me dijo el casi seguro futuro Premio Nobel de Paz: "Nico, en caso de que ustedes los negros de Colombia quieran más, entonces habrá que picarles caña; pues hoy cuentan con una viceministra para la Participación y la Igualdad de Derechos, dependiente del Ministerio del Interior; posición ocupada por una mujer de Buenaventura, Carmen Inés Vásquez Camacho; otra hembra como viceministra de Turismo, la sanandresana Sandra Howard Taylor; e igual, hace poco posesioné a Zulia Mena García, exalcaldesa de Quibdó, como viceministra de Cultura. ¡Maunífica creo!, eso ya es mucho. Es para que vean que no chicaneo, que sí les cumplo a mis hermanos de la Ebanolia de nuestra bella Colombia".
El presidente Santos hizo una pausa como de unos cuatro segundos; y no sé con certitud si era mientras tomaba agua, o se rascaba la nariz, o reía, o algo más hacía; en fín, al término de dicho lapso prosiguió: "Hace poco le he anunciado al país y al Mundo el ajuste de mi gabinete con miras a hacerle frente al postconflicto; y allí destaca el nombramiento de Luis Gilberto Murillo Urrutia, negro chocoano él, como ministro del Medio Ambiente; ¡ajo, la saqué del estadio!, ¿o no, viejo Nico?...
El presidente Santos hizo una pausa como de unos cuatro segundos; y no sé con certitud si era mientras tomaba agua, o se rascaba la nariz, o reía, o algo más hacía; en fín, al término de dicho lapso prosiguió: "Hace poco le he anunciado al país y al Mundo el ajuste de mi gabinete con miras a hacerle frente al postconflicto; y allí destaca el nombramiento de Luis Gilberto Murillo Urrutia, negro chocoano él, como ministro del Medio Ambiente; ¡ajo, la saqué del estadio!, ¿o no, viejo Nico?...
Eso es algo que nunca se había presentado en toda la Historia de Colombia, ¡mucho Poder de un sólo lamparazo! Bueno, no me vayan a decir que "ahora sí"; refiriéndose a cuando en septiembre de 2013, con ocasión de la Cumbre de Mandatarios Afrodescendientes del Mundo, manifesté que los negros de Colombia tenían dos ministerios en cabeza de Alfonso Gómez Méndez (Justicia) y Amylkar Acosta Medina (Minas y Energía). Reconozco que fue una pifia, pero nada de mala fe; y como ven, mi desliz lo he corregido con creces mediante los referidos nombramientos; y de pronto habrá más porque ando botao con mis negros, siempre apreciados con el alma por este generoso pecho".
Nuevamente Santos hace una pausa con duración de ocho segundos, y alcancé a escuchar cuando le decía él a alguien ahí en la Casa de Nariño: "Díganle a Uribe que se vaya pa la... ¿Es que pensaba él, acaso, que habría yo de nombrarle algún ministro para que tenga más gente desde adentro de mi Gobierno poniendole talanqueras al proceso de paz con las FARC, y al que pronto arrancará en forma con el ELN?... Óigase bien que digo 'con las FARC'; pues, pronuncio ese nombre bien, y no como lo hace aquel antipatriota; que no dice 'las FARC', sino 'las FAR'; comiéndose la 'c' porque anda muerto de hambre, y no porque no consiga comida; lo que pasa es que por estar todo el tiempo con una escopeta disparándole a la paz, como al resto de todo cuanto hago, se abstiene de tragar a las horas debidas; ¡asunto allá él si muere de inanición por jodón!".
Dicho lo anterior, Santos retoma la conversa conmigo: "Continúo, aunque un poco acalorado porque el Uribe me saca la piedra a cada nada; es por eso que digo una vez más que no dudaría un segundo en extraditarlo, llegando alguna instancia judicial internacional a requerirlo para que responda por sus fechorías... Entonces, ojalá tampoco ahora me salgan con el cuento de que las designaciones en referencia las he definido sin sentir con sinceridad en mi alma lo necesario e imperativo de tal proceder, no comprometido con el proceso de inclusión de los negros en altos cargos del Estado; sino, que todo según obedece a que el presidente Obama hace poco me reclamó por la precaria (¿o nula?) presencia de afrodescendientes en posiciones gubernamentales de alto nivel. ¡Nada de eso pues!, porque no soy hombre de prender empujado; y ni crean que le pago el favor de respaldarme los procesos de paz con las FARC y el ELN. Él verá si los apoya o no".
Cuando Santos no me dejó hablar durante cerca de quince minutos que permaneció diciéndome lo anterior, se despidió; pero, le comenté: "Presidente, aguarde un momentico, por favor; ¿y yo qué, lo mío cómo va?". Entonces, me respondió: "¡Tú tranqui, pana Nico!, porque lo tuyo va por buen camino, pronto revienta. Te sigo llevando en la mente. ¡Chao pues!"... En medio de la emoción por la llamada del presidente, y lo mismo por lo de Luis Gilberto como ministro, además de los viceministerios en manos de coétnicos míos, me puse a pensar que no me dio tiempo Santos para decirle que a estas alturas del paseo estoy mamado de que me lleve nomás en la mente, cuando lo que anhelo de modo desaforado es que me lleve en un decreto de nombramiento; confesando que mi obsesión es poder fungir como embajador en el país del glorioso Dalibhunga, el mismísimo Nelson Mandela.
Necesariamente reafirmo que bastante positivo resulta lo sucedido que aquí se registra; empero, mucho mejor si ello corresponde realmente al muy libre albedrío del presidente Santos, y no a presiones de alguna índole; porque, dicho está, una cosa es una cosa, y otra cosa no es lo mismo. De todos modos, sea lo que sea, no por eso prescindo de proferir un ¡buena por esa, presidente!
Nuevamente Santos hace una pausa con duración de ocho segundos, y alcancé a escuchar cuando le decía él a alguien ahí en la Casa de Nariño: "Díganle a Uribe que se vaya pa la... ¿Es que pensaba él, acaso, que habría yo de nombrarle algún ministro para que tenga más gente desde adentro de mi Gobierno poniendole talanqueras al proceso de paz con las FARC, y al que pronto arrancará en forma con el ELN?... Óigase bien que digo 'con las FARC'; pues, pronuncio ese nombre bien, y no como lo hace aquel antipatriota; que no dice 'las FARC', sino 'las FAR'; comiéndose la 'c' porque anda muerto de hambre, y no porque no consiga comida; lo que pasa es que por estar todo el tiempo con una escopeta disparándole a la paz, como al resto de todo cuanto hago, se abstiene de tragar a las horas debidas; ¡asunto allá él si muere de inanición por jodón!".
Dicho lo anterior, Santos retoma la conversa conmigo: "Continúo, aunque un poco acalorado porque el Uribe me saca la piedra a cada nada; es por eso que digo una vez más que no dudaría un segundo en extraditarlo, llegando alguna instancia judicial internacional a requerirlo para que responda por sus fechorías... Entonces, ojalá tampoco ahora me salgan con el cuento de que las designaciones en referencia las he definido sin sentir con sinceridad en mi alma lo necesario e imperativo de tal proceder, no comprometido con el proceso de inclusión de los negros en altos cargos del Estado; sino, que todo según obedece a que el presidente Obama hace poco me reclamó por la precaria (¿o nula?) presencia de afrodescendientes en posiciones gubernamentales de alto nivel. ¡Nada de eso pues!, porque no soy hombre de prender empujado; y ni crean que le pago el favor de respaldarme los procesos de paz con las FARC y el ELN. Él verá si los apoya o no".
Cuando Santos no me dejó hablar durante cerca de quince minutos que permaneció diciéndome lo anterior, se despidió; pero, le comenté: "Presidente, aguarde un momentico, por favor; ¿y yo qué, lo mío cómo va?". Entonces, me respondió: "¡Tú tranqui, pana Nico!, porque lo tuyo va por buen camino, pronto revienta. Te sigo llevando en la mente. ¡Chao pues!"... En medio de la emoción por la llamada del presidente, y lo mismo por lo de Luis Gilberto como ministro, además de los viceministerios en manos de coétnicos míos, me puse a pensar que no me dio tiempo Santos para decirle que a estas alturas del paseo estoy mamado de que me lleve nomás en la mente, cuando lo que anhelo de modo desaforado es que me lleve en un decreto de nombramiento; confesando que mi obsesión es poder fungir como embajador en el país del glorioso Dalibhunga, el mismísimo Nelson Mandela.
Necesariamente reafirmo que bastante positivo resulta lo sucedido que aquí se registra; empero, mucho mejor si ello corresponde realmente al muy libre albedrío del presidente Santos, y no a presiones de alguna índole; porque, dicho está, una cosa es una cosa, y otra cosa no es lo mismo. De todos modos, sea lo que sea, no por eso prescindo de proferir un ¡buena por esa, presidente!
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