
Es que no estimo racional que a un Santos que sin duda se la ha jugado a fondo en procura de que haya un acuerdo final de paz con las FARC, y eventualmente con el ELN y otros grupos al margen de la ley, se le dé semejante trato ultrajante; y considero que hacer eso con él por lo de la paz, es también oprobiar a quienes estamos hambrientos de paz; y cómo, al mismo tiempo, encuentro incoherencia en no pocos individuos; porque mientras censuran a Santos por lo de marras, pregonan que hartos se hallan de la ¡maldita violencia!, ¡¿habráse visto?¡... ¿Cómo, entonces, pretender que aquella muera?, ¿convencidos estarán de que debe ser a punta de plomo, de más y más barbarie cíclica?, ¿y de ser así cuándo llegará ese momento de la derrota militar de las FARC y demás insurgentes armados?... Claro quede, pues, que la lástima que siento por los agravios contra el presidente Santos por cuenta del proceso de paz en mención, a la postre es por toda la Colombia que de rodillas clama paz, reconciliación.
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