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Por qué Clara en el Gobierno de Santos

En el momento de publicar esta nota no se ha sabido si Clara López ya le dio o no el "sí" al presidente Santos, con respecto a su designación como ministra de Trabajo; pero, seguro estoy de que ella se lo dará, o ya se lo habrá dado; porque resulta difícil pensar que se haga oficial un nombramiento sin el previo consentimiento de su destinatario. Entonces, convencido de que Clara en efecto asumirá como ministra, recuerdo que dije algo desde cuando empezó a escucharse (hace ya como unos cuatro meses) la probabilidad de que Clara López ingresara al gabinete del presidente Santos, e igual lo manifestaron más personas: "Clara sí debería aceptar un ministerio si en efecto Santos se lo ofrece". ¡Hecho!, y debe comprenderse que no lo aceptó ella, ni lo ejercerá, como parte de un afán muy suyo de disfrutar la hoy trillada "mermelada"; cosa de la que injustamente la acusan unos militantes del Polo Democrático Alternativo que como almas que parecieran no saber a dónde ir caminan desesperadas (pero, sí saben bien; ¿o no, senador Robledo y compañía anti-Clara?...); sino, porque en efecto esta es la etapa (¡ojalá!) del arranque del llamado "gabinete del posconflicto"; y en esa medida ella, con probada vocación pacifista sin dejar de ser aguerrida luchadora por la defensa del pueblo menesteroso, sabe que mucho puede aportar con su amplia experiencia en lo público, con su dinamismo, con su talento, con su probidad, entre otras cualidades a su haber.

Clara hace rato está notificada de que algunas gentes del Polo Democrático no bendicen su llegada al gabinete de Santos; y, según mi criterio, eso es más por cuestiones de mezquina envidia, antes que por eso de que "hay grandes diferencias ideológicas entre el Polo y el Gobierno santista". Se ha dicho, por ejemplo, "¿cómo así que el Polo con Clara haga parte de un Estado neoliberal?"... Bueno, mentira no es aquello. No obstante, Clara también la tiene clara en cuanto a que no es irracional que alguien entre a la casa de un contradictor cuando la invitación que le ha hecho él procura debatir las diferencias, para a partir de las mismas buscar y encontrar armonía, consensos. En efecto, aun en medio de las divergencias se puede y se debe hallar la unidad; ¿o es que, acaso, se pretende que de modo estéril e irreflexivo se caiga en un proceso de atizar la hoguera cuando, precisamente, estamos caminando muchos en aras de sofocarla, detrás de la reconciliación nacional; que Dios quiera sea, en realidad, entre todos los actores en conflicto, directos e indirectos?... ¡Sindéresis, por favor!, eso es lo que requerimos y debemos demostrar en medio de los momentos cruciales. Reconozco que son escenarios diferentes, pero me da por pensar, verbigracia (hallando algo de parecido en las situaciones), que una persona como el senador Robledo (del Polo, pero con origen en el MOIR; y quien con justeza aspira a ser presidente de Colombia, ¡y bueno que podría ser! El mismo que no es exclusivamente el Polo, como parece que él y otros creen) no debería hacer parte del Congreso.

¿Por qué aquello?... Pues, debido a que es de su dominio que se trata de una corporación bastante desprestigiada por la presencia allí de elementos humanos malos, perversos, donde legislan criminales de las peores calañas (¡refunde usted la patria, 'mesías' Uribe Vélez!); y que, entonces, debería mejor dedicarse desde afuera a darles palo por sus diferencias ideológicas, como también por no ser unos ángeles. Entonces, la oposición también se puede hacer por dentro... Personalmente, entonces, por lo anterior aplaudo que Clara López le diga sí a su arribo al gabinete de Santos; y deseo que le vaya como de veras creo que será en cumplimiento del reto de no poca monta que deberá enfrentar, ¡bien! ¿Creerá alguien que no será una gran responsabilidad para ella como ministra de Trabajo escudriñar cómo garantizar la reinserción laboral de miles de guerrilleros que se desmovilicen, entre otras acciones inherentes a su cargo?... ¡Ombe!, la cosa no es cualquier lagaña de mico, sino algo de bastante relieve, estructural. No concibo a una Clara queriendo ser ministra nomás para registrar en su hoja de vida otra dignidad; como sí, reitero, por estimar que puede ser productiva en la cruzada por la paz de Colombia; siendo ella, ¡cómo no!, otra persona convencida de que para lograrse tal reconciliación es preciso que al unísono del silenciamiento de los fusiles se perciba el estruendo de la justicia social; no absoluta, porque bien complejo es alcanzarla en dicha magnitud; mas, sí de modo que los más desamparados del pueblo tengan mejores condiciones de vida. He podido escuchar y leer que si Clara López decide asumir el ministerio de Trabajo debe renunciar a la dirección del Polo Democrático Alternativo (PDA); y eso es algo que me parece apenas racional, atreviéndome a presagiar que ella precisamente hará eso; porque con certeza entiende que mal haría en estar en el gabinete y al mismo tiempo ostentar la jefatura de un Partido declarado en oposición al Gobierno.

Ella, seguro, no es de dicho talante, es una mujer seria. Sépase que aunque unos sectores del Polo (o no sé si realmente es uno nomás, el del senador Robledo) consideran que Clara si entra al Gobierno no es como representante de dicha colectividad política; pero, pese a que ella podría hacerlo a título personal (y mal no sería por su ya comentado espíritu patriótico, porque de eso se trata su aceptación), no me vengan a decir que ella no representa al Polo en el Gobierno. Claro que sí, porque hay no poca gente del Partido que la sigue y respalda su llegada al gabinete de la paz. De modo que no pretendan embolatar el asunto como para descalificar a Clara López en su condición de militante del PDA. ¡Por Dios!, me destroza el alma encontrar personas que dicen ser de Izquierda, o revolucionarias, destilando ese mismo fanatismo o posturas sectarias que se le han reprochado a la Derecha desde tiempos inmemoriales. Fanatismo es, sin una brizna de duda, concebir que a un oponente ideológico hay que aniquilarlo a toda costa, aunque no sea físicamente; cosa que, por cierto, es muy propia de la Derecha. ¿Por qué individuos de la Izquierda en eso?... La cosa es que, repito, al contrincante hay que enfrentarlo con ideas; y no es descabellado acercarse a él, menos cuando nos convida, con el propósito de discutir las diferencias y mirar cómo dejar de ser cual líneas paralelas. Un debate no debe ser una pelea de gallos, sino un proceso donde una parte procure imponerse con argumentos a la otra; y ese 'imponerse' interprétese como "vencer", siendo esto más en el sentido de lograr que (cuando así debe ser por brillar la razón) el otro pueda terminar poniéndose de nuestro lado después de corroborar que sus ideas no iban por el cauce correcto. Cuán triste luce que ahora, entonces, unas almas de la Izquierda le hagan oposición porque sí y porque no a otra de la misma línea, y todo por cuenta de ésta pensar más en lo patriótico que en lo personal. ¿Cómo lograr un día una Izquierda colombiana realmente cohesionada, no con unos procesos de unión coyunturales y pegados con baba, mientras en ella haya una dirigencia y otros niveles jerárquicos que incluyen a las bases, poniendo palos en la rueda cuando se trata de acceder a determinados cargos de elección popular, o mediante otros tipos eleccionarios, o de nombramientos a dedo, esgrimiendo el "si no soy yo, entonces nadie, porque soy mejor que los demás"?...

Evocando lo anterior, que para nada es mentira (siendo esto motivo para que algunos dirigentes de Izquierda se hayan convertido en camaleones partidistas), subrayo que desde hace un tiempo unos dirigentes y militantes rasos de Izquierda han venido incurriendo en prácticas peculiares de la Derecha; es decir, haciendo cosas que a esa Derecha se le han repudiado de antaño. El hecho de que así suceda es reflejo de incoherencia, amén de perfidia con los principios originarios de la Izquierda; todo lo cual no deja de ser preocupante para el futuro de la misma, teniendo como evidente que si no se corrige lo torcido le espera descender a lo más profundo de un precipicio. No obstante, pese a eso no comparto con quienes sostienen categóricamente que la Izquierda colombiana necesita ser reinventada, ¡para nada! Pues, problemas críticos sí hay; sin embargo, tampoco es que sean imposibles de enmendar para igualmente enderezar el caminar por la Izquierda, porque al andar por la Derecha se corren muchos riesgos de eventos hasta notoriamente fatales... Esta nota puede llegar a ser interpretada como regaño, o de pronto de estar cargada de sentimientos de rabia o animadversión; pero, téngase la seguridad que ni lo uno ni lo otro. Es, en honor a la verdad, la expresión de unos criterios en esencia planteados como un llamado de atención a la cordura, a no caer en actitudes divisionistas, a no mirar fantasmas donde quizá no los hay; y, claro, no con esto pretendo insinuar que soy el portador de la verdad, ¡ni más faltaba! Nada me asegura que no puedo estar errado en mis apreciaciones; pero, en cualquiera de las realidades (equivocado o no) apenas me mueve el querer lo mejor para la Izquierda, y lo mismo para el pueblo que de una u otra manera depende de su accionar como catalizadora de luchas y transformaciones sociales. Eso es, quede claro... ¡Es tiempo de arrojar a un guarengue las polarizaciones!, ¡pies de plomo, por favor, compañeros!

PREGUNTA: ¿Por qué creerles a quienes dicen que sin ser Santos de sus afectos partidistas o personales votaron por su reelección por reconocer en él su empeño por la paz de Colombia, y no darle crédito a las palabras de Clara López cuando manifiesta que su ingreso al Gobierno es por considerar que desde allí también puede contribuir mucho con el proceso de reconciliación de nuestro país?...

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